Trastornos de Ansiedad en Niños y Adolescentes

Garantizar al niño una ayuda especializada y eficaz ayuda a lograr un primer diagnóstico correcto. Los trastornos de ansiedad que se desarrollan en la infancia no siempre saltan a la vista. De hecho, sus síntomas pasan desapercibidos o se interpretan de manera incorrecta. Las razones pueden ser los estereotipos (el niño es "bueno", "tranquilo", "obediente", así que no hay problema con él), el desconocimiento, que no se le presta suficiente atención o que a sus tutores les cuesta enfrentarse a la idea de que el niño puede estar pasando dificultades. Independientemente de estas razones, es necesario motivar a los tutores y animarles a que colaboren con especialistas por el bien del niño. No obstante, recordemos que para los especialistas, el diagnóstico de trastornos de ansiedad infantil también es un reto: pocas veces nos encontramos con casos "de manual", sino que a menudo tenemos que hacer un diagnóstico diferencial.

 

Características del diagnóstico de trastorno de ansiedad en niños

Como los trastornos de ansiedad en niños tienen un cuadro y unas implicaciones diferentes (debido a las características de su etapa de desarrollo) a los de los adultos, en su mayoría se clasifican por separado. En especial, el diagnóstico de trastornos de ansiedad en bebés y en la primera infancia acarrea una serie de retos:

  • Diferenciar entre el miedo y la ansiedad propios del desarrollo y los que son síntomas de un trastorno.
  • Diferenciar entre un trastorno de ansiedad y los rasgos de un temperamento miedoso, que puede provocar reacciones de miedo, timidez e inhibición como reacción a situaciones, personas y objetos nuevos, pero no acarrear un desarrollo de trastornos de ansiedad.
  • Evaluar la ansiedad en bebés y niños pequeños, ya que sus capacidades cognitivas y verbales son limitadas.

Debido a la poca especificidad de los síntomas observados, en las clasificaciones nos encontramos con la recomendación de utilizar únicamente la categoría "trastorno de ansiedad indeterminado" a la hora de diagnosticar los trastornos de ansiedad de niños menores de dos años en los que observemos síntomas de ansiedad que afecten a su funcionamiento. Esta misma clasificación subraya que para poder diagnosticar un trastorno de ansiedad en un niño pequeño, es necesario cumplir todas las condiciones siguientes de que la ansiedad:

  • Le provoque tensión o inquietud al niño o le haga evitar determinadas situaciones o acciones.
  • Aparezca en el contexto de al menos dos actividades diarias que no guarden relación (que tenga carácter amplio).
  • Esté incontrolada al menos durante un tiempo.
  • Trastorne el desarrollo del niño y/o el funcionamiento de su familia.
  • Sea sostenida (durante el tiempo definido para cada trastorno).

Una característica importante que coincide en la mayoría de niños (no todos) con trastornos de ansiedad es el historial familiar de trastornos de ansiedad o del ánimo. También debemos recordar que tanto los niños pequeños como los mayores pueden presentar distintos trastornos de ansiedad o incluso presentarlos junto con otros trastornos psíquicos, en cuyo caso el desarrollo y el funcionamiento del niño pueden verse seriamente afectados.

Causas y mecanismos de los trastornos de ansiedad

Factores responsables del desarrollo de trastornos de ansiedad en niños:

  • Predisposiciones genéticas: las investigaciones indican que la propensión a sentir ansiedad es en gran medida hereditaria y va unida a una mayor sensibilidad emocional general como rasgo de la personalidad (temperamento).
  • Influencia de modelos parentales: al observar, el niño aprende los modelos de comportamiento de ansiedad de sus padres. Asimismo, algunas estrategias pedagógicas de los padres pueden reforzar o respaldar la ansiedad del niño.
  • Factores de estrés: cualquier experiencia desagradable del niño, como cruzarse con un perro poco amistoso o que otros niños lo echen del parque, puede provocar que el niño actúe de manera miedosa durante un tiempo, y en determinadas situaciones, que desarrolle trastornos de ansiedad.

Como consecuencia, la ansiedad que siente el niño puede intensificarse y afianzar pensamientos negativos (el niño se centra mentalmente en peligros o experiencias negativas y medita sobre ellas de una manera no constructiva, y al mismo tiempo margina las buenas experiencias).Sin embargo, la clave para afianzar la ansiedad es la estrategia de evitación clara o sutil empleada por el niño. Esto provoca que el niño no tenga la oportunidad de amansar la fuente de su ansiedad o enfrentar sus convicciones con la realidad. Además, así se mantiene la convicción de que hay algo que es peligroso y se debe evitar.

 

Tipos de trastornos: indicaciones para el diagnóstico

En las clasificaciones mencionadas con anterioridad nos encontramos con los siguientes tipos de trastornos de ansiedad:
 

1. Ansiedad por separación en la infancia/Trastornos relacionado con la ansiedad por separación:
Aunque la ansiedad por separación de sus padres sea normal hasta cierto punto en bebés y niños pequeños, representa un foco de ansiedad, tiene una intensidad anormal, dificulta la vida social del niño (y/o la familia) y tiene tendencia a afianzarse / mantenerse en el tiempo más allá de ese periodo (en niños mayores). A la hora de realizar el diagnóstico, es fundamental confirmar la existencia de un foco de ansiedad excesivo ante la separación de personas con las que el niño tiene un vínculo (suelen ser los padres u otros familiares). Estos síntomas deben mantenerse durante al menos un mes para poder establecer el diagnóstico. El trastorno puede manifestarse mediante:

  • Preocupación dominante y poco realista sobre lo que pueda suceder (a los tutores o al propio niño) en caso de separación (infortunios, accidentes).
  • Preocupación dominante y poco realista de que un desgraciado accidente (perderse, un rapto, acabar en el hospital, morir) pueda separar al niño de su tutor.
  • Aversión o negativa constante a ir a la guardería o a la escuela por miedo a la separación (y no por miedo a lo que el niño se encontrará en la escuela).
  • Aversión o negativa constante a irse a dormir si no hay cerca una persona con la que el niño tenga un vínculo estrecho.
  • Miedo constante a quedarse solo o sin las personas con las que el niño tiene un vínculo estrecho (por ejemplo, el niño sigue cada paso de su tutor e intenta estar siempre a su vista).
  • Pesadillas recurrentes sobre separaciones.
  • Somatización: síntomas recurrentes como dolor de estómago o cabeza, mareos, vómitos (en bebés también babear o tener hipo) en situaciones relacionadas con la separación de la persona con la que el niño tiene un vínculo estrecho.
  • Angustia excesiva y recurrente (ansiedad, llorar, sensación de desdicha, apatía e inhibición, o al contrario; frustración, ataques de ira) durante la separación con esa persona y mientras espera a que vuelva.

Diagnóstico diferencial:
Requiere descartar trastornos del desarrollo y de la personalidad. También es necesario asegurarse de que la ansiedad esté relacionada con la separación de una persona concreta, y que no vaya unida a cualquier situación de separación; esto es, que no sea una ansiedad generalizada que afecte a muchas situaciones.
 

2. Trastornos de ansiedad por fobias de la infancia/formas específicas de fobia:
Existen fobias específicas bastante comunes entre los niños: oscuridad, perros, pájaros, arañas, tormentas, inyecciones, alturas o agorafobia (miedo a encontrarse en espacios abiertos o en una multitud que impida correr a un lugar seguro fácilmente). Sin embargo, también pueden manifestar fobias a otro tipo de cosas, personas o situaciones. No obstante, recordemos que algunas fobias (como el miedo a animales de los niños en edad preescolar) son típicas de algunas fases de desarrollo del niño. Según la clasificación, los síntomas deben mantenerse durante 4 meses para poder establecer un diagnóstico. El trastorno puede manifestarse mediante los siguientes síntomas concomitantes:

  • Miedo persistente, significativo e irracional como respuesta a un objeto o situación.
  • Reacción de ansiedad inmediata del niño (pánico, llorar, parálisis, abrazos espasmódicos al tutor o ataques de ira) en cada situación de riesgo de contacto con el estímulo que provoca la fobia.
  • Evitación de los objetos o situaciones relacionados con la fobia o una manifestación de ansiedad, tensión e inquietud intensas cuando no es posible evitarlos (muchas veces los padres ayudan al niño a evitarlos).
  • Signos de angustia clínica importante.

Diagnóstico diferencial:
Debemos asegurarnos de que la ansiedad observada en el niño no sea típica de su fase de desarrollo, y de que no se trate de un trastorno obsesivo-compulsivo (por ejemplo fobia a la suciedad), un trastorno de estrés postraumático (evitar los estímulos relacionados con el trauma), un trastorno de ansiedad por separación (no querer ir a la escuela), una fobia social (evitar situaciones sociales) ni que sea parte de una ansiedad más generalizada que comprenda muchas situaciones.
 

3. Ansiedad social en la infancia/Trastornos de ansiedad social:
La fobia social a menudo se describe como "timidez". Sin embargo, no todos los niños tímidos sufren esta fobia y no existen paralelismos entre estos fenómenos. Asimismo, debemos recordar que en la infancia temprana, hasta cierto punto es natural que los niños tengan fobia social o reservas ante desconocidos. En la clasificación nos encontramos con consejos para emitir este diagnóstico solo en casos que hayan comenzado antes de los 6 años de edad y se caractericen por una gran intensidad que provoque problemas verdaderos en la vida social del niño. Los síntomas deben mantenerse durante 4 meses para poder establecer un diagnóstico. El trastorno puede manifestarse mediante los siguientes síntomas concomitantes:

  • Miedo persistente y significativo a una o varias situaciones sociales, a aparecer en público, a entrar en contacto con desconocidos o a ser juzgado por otras personas (tanto de su edad como mayores).
  • Evitación de situaciones sociales o apariciones públicas que provoquen ansiedad, y cuando no sea posible evitarlas, una reacción de ansiedad en casi todas las ocasiones (llorar, quedarse paralizado, aferrarse al tutor, ataques de ira, síntomas de angustia, tensión, inquietud, ansiedad anticipatoria – expectación).

Diagnóstico diferencial:
Hay que asegurarse de que la ansiedad del niño no se pueda explicar con otros trastornos, como el trastorno generalizado del desarrollo, el trastorno de ansiedad por separación, una simple fobia u otros trastornos de ansiedad.
 

4. Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia
A diferencia de los trastornos mencionados hasta ahora, en los que la ansiedad tenía un origen específico, en este caso nos enfrentamos a un estado de tensión persistente y generalizado que no depende en mayor medida de las condiciones externas. Es lo que se conoce como ansiedad flotante. Los síntomas deben mantenerse durante 6 meses para poder establecer un diagnóstico. El trastorno puede manifestarse mediante los siguientes síntomas concomitantes:

  • Ansiedad y preocupación excesivas durante la mayor parte del tiempo y del día que al niño le cuesta mucho controlar (por ejemplo, pide a sus tutores que le tranquilicen a menudo).
  • Ansiedad o preocupación que se manifieste en el contexto de al menos dos actividades, situaciones o relaciones.
  • Alguno de estos otros síntomas que acompañen a la ansiedad: inquietud, sensación de tensión y de estar al límite, fatiga, dificultad para concentrarse o permanecer sentado, irritabilidad o ataques de ira frecuentes, tensión muscular y otros síntomas somáticos (como pulso acelerado, sudores, mareos o dolor de cabeza), trastornos del sueño como dificultad para relajarse o dormir, un sueño insatisfactorio o una discontinuidad del sueño.
  • Ansiedad (o sus síntomas) que provoque trastornos en el desarrollo o la vida del niño.

Diagnóstico diferencial:
Debemos asegurarnos de que los síntomas del niño no se puedan explicar mediante otros trastornos como el trastorno generalizado del desarrollo o la acción de algunas sustancias (medicamentos para el asma o esteroides).

 

5. Trastorno de ansiedad con ataques de ansiedad

Lo que se conoce como ataque de pánico suele verse más comúnmente en la adolescencia. Se caracteriza por ataques de pánico recurrentes (una ansiedad repentina, muy fuerte y "envolvente" con claros síntomas psicosomáticos) que provocan que el niño pierda el control y que experimente una miedo a la ansiedad (al ataque).Según la CIE-10, para poder establecer un diagnóstico, es necesario confirmar varios ataques de ansiedad fuertes con síntomas autonómicos en un mes. Estos son los síntomas más comunes:

  • Ataques en situaciones en las que no existe un peligro objetivo: puede ser una situación de fobia o no tener nada que ver con una situación previsible o conocida.
  • Miedo intenso a perder el control de la situación y de uno mismo (miedo secundario a perder el control o a una enfermedad psíquica: "tengo miedo de volverme loco").
  • Miedo de morir durante el ataque (miedo secundario a la muerte).
  • Somatización: durante el ataque, al niño puede dolerle el pecho, puede tener un ritmo cardiaco acelerado, mareos, temblores,sensación de irrealidad (despersonalización / desrealización).
  • El ataque suele durar varios minutos (aunque puede durar más), pero el cuadro y la intensidad de los ataques puede variar bastante.
  • Entre los ataques se observa una remisión relativa de los síntomas de la ansiedad, aunque la ansiedad anticipatoria es bastante común.

Sufrir un ataque suele provocar ansiedad por la posibilidad de que ocurra otro ataque, que se verá potenciada por los miedos mencionados con anterioridad. Cuando el ataque tiene lugar en una situación específica (en una fiesta o en el autobús), el niño manifestará una tendencia fuerte a abandonar dicha situación, y después, a evitarla. Los ataques frecuentes también pueden provocar miedo a pasar tiempo en soledad o en lugares públicos.

Diagnóstico diferencial:

Este trastorno –si el ataque aparece en una situación fóbica reiterada– se considera secundario a la fobia, por lo que hay que darle prioridad al diagnóstico de la fobia (pueden ser trastornos concomitantes).

6. Trastorno de ansiedad no especificado:

Esta categoría tan socorrida no solo nos ayuda cuando tenemos que diagnosticar a niños menores de dos años, sino también cuando nos encontremos con un niño que cumpla todos los criterios anteriores necesarios para diagnosticar trastornos de ansiedad, pero a la vez no manifieste ninguno de los síntomas específicos de cada uno de esos trastornos.

Diagnóstico diferencial:

Si sabemos que el niño ha sufrido un trauma y empezó a tener dificultades tras esa experiencia, debemos considerar el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático. Si su ansiedad va unida a una relación concreta, debemos sopesar un trastorno relacional. La ansiedad que tenga carácter de trastorno puede reducir significativamente la calidad de vida del niño, empeorar su estado de ánimo y limitar sus posibilidades de desarrollo psicosocial e intelectual. Por lo tanto, recomiendo proporcionar al niño el apoyo adecuado lo antes posible.

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