La necesidad de despertar la curiosidad cognitiva del niño pequeño mediante la plástica sensorial

Los trabajos plásticos del niño reflejan cómo observa su entorno y cómo se ve a sí mismo. Mediante sus dibujos, los niños presentan sus vivencias, situaciones y miedos. Los trabajos plásticos del niño suponen un medio para expresar sus ideas y sentimientos. El papel del adulto es facilitar la actividad del niño, organizar el material y el entorno, y lo que es aún más importante, pintar junto con él. El nivel de interés del niño sobre la actividad plástica depende de sus gustos, pero también del interés de los padres sobre las actividades del niño. Si resaltamos nuestra admiración por su trabajo, si exponemos sus dibujos y creaciones, si se los enseñamos a otras personas, si nos mostramos orgullosos por lo que hacen, esto los animará a seguir haciéndolo. Un recuerdo muy valioso de la infancia es esa carpeta con los trabajos del niño, firmados con título y fecha. Por ejemplo, guardar una historieta que le haya pasado al niño y que este haya dibujado es fantástico. Conocer y aplicar diversas técnicas plásticas enriquece todas las áreas de desarrollo del niño, como la curiosidad cognitiva.

El objetivo del niño –tanto en los  juegos espontáneos como en juegos organizados por adultos– y los efectos de las tareas organizadas durante la plástica sensorial dependen de si el niño puede mantenerse concentrado durante mucho tiempo y explotar los recursos cognitivos. Llegar a ese nivel de funcionamiento es posible gracias a un apoyo intensivo al niño en cuanto al desarrollo de sus capacidades de atención y explotación de recursos cognitivos y ejecutivos. La atención dirige esa explotación, ya que permite ocuparse de más de una actividad. Además, es posible transferir la atención de un objeto o actividad a otra, y volver a la anterior. Estas propiedades de la atención se conocen como capacidad y divisibilidad. Según el concepto de recursos de atención, el transcurso de los procesos de atención depende de la cantidad de energía psíquica utilizada y de cómo se reparte. Todos tenemos una cierta cantidad de recursos de atención, es decir, una cierta energía que podemos destinar a los procesos de atención. Tras repartir esa energía, podemos realizar más de una actividad a la vez. El modo de controlar y dirigir la energía psíquica se conoce como administración de los recursos cognitivos. Gracias a las capacidades de administración de la atención, podemos buscar información importante necesaria en nuestro campo de percepción para realizar una tarea a la vez que adquirimos otra información menos importante en ese momento y la analizamos. Las proporciones de reparto de los recursos de atención y su administración son importantes. Parte de esta energía se aprovecha para analizar lo que sucede en nuestro organismo. Otra parte se destina a analizar la situación exterior y seleccionar la información importante para las tareas que realizamos. Lo más beneficioso es dividir los recursos cognitivos en actividades cognitivas y ejecutivas, ya que los ejercicios realizados involucran distintas acciones. De esta manera, el niño podrá experimentar a la vez el frío y la textura resbaladiza de la masa de canela y anís, podrá meterla en moldes de animales, ponerles nombre e imitar sus sonidos.

Al analizar el desarrollo del niño, recomiendo hacer referencia a la teoría del desarrollo cognitivo en etapas de Jean Piaget.

En la primera etapa, la sensoriomotora, que va desde el nacimiento hasta que el niño cumple dos años, se pueden distinguir seis estadíos. El primero es el de los reflejos, mientras que el segundo comprende las adaptaciones adquiridas. Es decir, el reflejo se combina con otros elementos del desarrollo, por ejemplo llevarse la mano a la boca, cuya consecuencia es chupar el pulgar. En el tercer estadío aparecen las reacciones circulares secundarias, aumenta el ámbito de actividades del niño en cuanto al conocimiento de su cuerpo, empieza a explorar objetos, agitar y tirar de objetos. En el cuarto estadío tiene lugar una combinación de las habilidades adquiridas en el periodo anterior con el desarrollo funcional del niño. En el quinto estadío, el niño desarrolla las habilidades dominadas y las modifica. Como consecuencia, comienza a observar, saborear, agitar, golpear, etc. En el sexto estadío aparecen símbolos mentales que se corresponden con objetos y actividades reales, lo que favorece los primeros juegos simbólicos, las primeras imaginaciones y la imitación. Como consecuencia, el entorno del niño adquiere un carácter estable y objetivo. El niño entiende que los objetos existen incluso cuando no los tiene al alcance de la vista o de la mano. Existen independientemente de las acciones del niño. El desarrollo motriz del niño y su necesidad de ser autor le animan a adquirir conocimientos sobre el mundo que le rodea.

El niño busca entender las leyes que rigen el mundo, busca conexiones causa-efecto, experimenta con distintos materiales y mecanismos. Alrededor del primer año de vida, las posibilidades motoras del niño aumentan: se verticaliza e intenta moverse ya de pie. Con el tiempo, el niño podrá llegar a todos los lugares. En su camino se encuentra con distintos objetos, lo cual puede ser aleatorio, pero los tutores también pueden planificar adrede los objetos que vaya a conocer el niño. Así pues, es importante que los padres sepan qué objetos y texturas son recomendables para el niño, pero es aún más importante enseñarle a usarlos y describirlos, enriquecer el léxico del niño y su conocimiento de uso. El niño debe ser capaz de manipular con sus manos de manera independiente, pero también vale la pena guiarlo de vez en cuando. Las masas y el resto de objetos utilizados en la plástica sensorial cuentan con todos los atributos necesarios para estimular el desarrollo cognitivo. Su composición original, sus proporciones, su peso, tamaño, olor y color despiertan la curiosidad cognitiva del niño. En el periodo sensoriomotor, los niños adquieren habilidades muy importantes: los comportamientos de naturaleza "medio – fin" y la capacidad de solucionar problemas. Mediante ensayo y error, y a continuación prediciendo, el niño elige las acciones que le sirvan para solucionar problemas y conseguir su objetivo. Otra capacidad cognitiva son las acciones causa-efecto. Gracias a ellas, el niño entiende las consecuencias de sus acciones y las de los demás. Se convierte en autor y descubre que su conducta influye en los objetos y en el comportamiento de la gente. Al gatear y caminar, amplía sus capacidades. Al realizar movimientos grandes, también puede experimentar con masas plásticas, lo que sin duda aumentará su consciencia sobre su propio cuerpo, sus límites, los cambios en el entorno y las relaciones con los objetos.

Recomiendo que no pasen por alto ese momento y que apoyen al niño en sus actividades proporcionándole distintas sustancias. Entre los 2 y los 6 años de vida se desarrolla la inteligencia preoperacional. En ese periodo también se desarrollan las actividades simbólicas, el habla y aparece el razonamiento pre-lógico de ir de lo particular a lo general. En este periodo, el niño es hábil a la hora de utilizar representaciones de objetos, experimenta con ellos deliberadamente, planifica más conscientemente sus acciones e intenta prever las consecuencias de las mismas. Al hablarle al niño, se recomienda hacer comentarios sobre los objetos y la influencia sobre ellos para que las ideas sobre los rasgos visuales del objeto se formen de manera adecuada al resto de sus funciones. De esta manera, se generan conceptos que sustituyen a estos contenidos visuales que no están disponibles o que solo son parcialmente perceptibles mediante el tacto. En el periodo de desarrollo temprano, el niño debe adquirir conocimientos sobre los objetos físicos y las relaciones entre ellos, además de conocer su espacio y las leyes que lo rigen durante su actividad. El juego creativo facilita asimilar nuevas ideas, ayuda a darle significado al mundo que rodea al niño y permite experimentar con el espacio, estructuras, objetos y las leyes de la física. Además, hace que el niño aprenda reglas y patrones, todo gracias a que ponemos a su disposición las condiciones adecuadas para el desarrollo.

 

  • 18-24 meses de vida: garabatos pendulares

Al observar a los mayores y realizar sus propios experimentos, el niño se da cuenta de que el lápiz deja una huella permanente. A veces realiza pruebas en las paredes o en muebles, lo cual es comprensible por dos razones. Primero, necesita tiempo para entender que los adultos prefieren que inmortalice sus obras en el papel. Segundo, aprovecha su capacidad primaria de realizar movimientos globales en vertical. Al garabatear, aprende a dirigir y frenar la dinámica de sus movimientos. Al realizar movimientos enérgicos con sus brazos, comprueba el efecto de sus acciones. A ello se le unen los movimientos del antebrazo, de la mano y de los dedos. Como hace movimientos circulares y pendulares en todas direcciones, observa que queda una huella visible de su movimiento. Tras los primeros experimentos apretando el lápiz y dejando puntos y agujeros, aparecen formas más elaboradas como líneas, zig-zags y formas onduladas. Los movimientos del niño resultan dan como resultado las formas deseadas cada vez más.

  • 2,5–3 años – Círculo

En este periodo, los niños dibujan espirales que suelen ir desde fuera hacia dentro. Poco a poco van recordando a la forma de un círculo, y en ocasiones crean círculos cerrados. Los niños le ponen nombre a sus pinturas, dicen que han dibujado un ojo, un osito, el sol o una pelota. Tras un rato, ese concepto puede cambiar y el niño puede llamar a su dibujo de forma totalmente distinta.

  • 3–3,5 años – Cruz

Los niños de tres años intentan dibujar líneas horizontales y verticales, lo que da lugar a un patrón de cruces con las que pueden enriquecer sus dibujos: ventanas, puertas, árboles.

  • 3,5-4 años – Cefalópodos

Un tronco uniforme en el que se apoya una cabeza y del que salen piernas es el primer tipo de retrato que realizan los niños antes de los cuatro años de vida. El personaje humano adopta la forma de un cefalópodo o un artrópodo.

  • 4 años – Forma humana

A esa edad, el niño es capaz de dibujar personas con brazos en ángulo recto saliendo del tronco o de la cabeza. Con el tiempo aparecerán los dedos en cantidades que pueden ser variables. Suelen colocarse en ángulo recto en relación con el brazo. A veces la figura humana tiene detalles visibles como pelo, ojos o pies. Es bastante común que el mismo niño enriquezca su dibujo de distinta manera cada vez. La razón es que el esquema corporal sigue sin estar consolidado, pero lo más fundamental es que indica cómo el niño observa su propio cuerpo y las experiencias y sensaciones que tiene. Recordemos que en este periodo el esquema corporal no es equivalente al concepto del cuerpo, es decir, al conocimiento sobre cada una de sus partes.

  • 4-4,5 años – casas

En esta etapa podemos observar dibujos que presentan figuras humanas al lado de una casa, normalmente del mismo color, ya que el niño se identifica en gran medida con la casa. Estos objetos no se encuentran en un lugar determinado en el folio. Pueden estar dispersos por toda la hoja. En este periodo, los niños prefieren dibujar cuestiones que le son cercanas: gente, casas, el sol, animales y plantas. Entre los cuatro y los cinco años adquieren la capacidad de dibujar líneas diagonales, lo que permite que dibujen tejados. Esta habilidad es importante, ya que indica que el niño ya cuenta con orientación espacial. Los niños también dibujan distintos tipos de rascacielos, casas y setas. A veces el niño coloca en cada piso del rascacielos un tejado diagonal.

  • 4,5–5 años – detalles y suelo

Los niños empiezan a adornar la figura humana de manera que ya podemos determinar su sexo. Eso es posible gracias a que adquieren la habilidad de dibujar zig-zags, giros, ondas y añadir colores para decorar y destacar detalles. Estas habilidades se desarrollan gracias a la percepción variada de formas y espacios por parte de todo el cuerpo. En ese momento de la vida, los animales que dibujan parecen seres que vuelan o caminan con cuatro alas o patas. Una habilidad importante es dibujar una línea que haga de suelo. El niño marca el cielo claramente, coloca el sol en él, aparece la línea de la tierra y un espacio libre que simboliza el aire.

  • 5–6 años – ilustración de las experiencias

Mediante las técnicas plásticas, el niño expresa su estado emocional y sus experiencias e intenta realizar dibujos en tres dimensiones. Estos experimentos pueden acabar con una nariz dibujada en la mitad y otra en un lado de la cara. A menudo combinan la vista desde arriba y frontal. En las figuras humanas hay detalles como cordones en los zapatos. Esos pequeños patrones suponen una preparación para escribir, y por lo tanto son una primera forma de escritura. Las ilustraciones son cada vez menos espontáneas y contienen cada vez menos datos sobre el propio niño. Recordemos que el niño resalta el rango de cada elemento mediante el tamaño, el color y la disposición en el folio. Las cosas importantes se encuentran en primer plano, y las menos relevantes se dibujan más pequeñas o menos detalladas.

Cada etapa de desarrollo de la actividad plástica tiene lugar en función de las habilidades primarias de cada esfera de desarrollo. Despertar el interés del niño por estas actividades ya al primer año de vida es muy beneficioso.

El desarrollo cognitivo del niño se desarrolla al explorar distintos materiales, al experimentar aromas, temperaturas, peso y movimientos grandes, al usar las manos y los dedos, al observar distintos colores y combinarlos y al experimentar con materiales plásticos y otros medios. Hoy en día, los niños crecen en distintas condiciones, por lo general beneficiosas para su desarrollo, pero a veces los padres limitan inconscientemente las capacidades del niño o le proporcionan demasiados estímulos. En muchos niños se observa la necesidad de reforzar sus capacidades de autorregulación del comportamiento.

En la relación con el niño mediante la plástica sensorial, podemos tener una influencia positiva en todas las áreas de su desarrollo, pero sobre todo podemos reforzar sus capacidades cognitivas. Estimular los receptores de todos los sentidos influye en el desarrollo de conexiones en el cerebro. Facilitar la actividad plástica del niño y adaptarla a sus posibilidades mejora la organización de las sensaciones en el sistema nervioso central, lo que influye en un cambio de comportamiento en la esfera motora y emocional, sirve para mejorar las funciones lingüísticas y cognitivas, y sobre todo se traduce en una mayor eficiencia en el aprendizaje. La experiencia con juegos plásticos desarrolla la consciencia sobre el cuerpo y el espacio, enseña a los niños con qué fuerza deben manipular los objetos, les permite entender las consecuencias de sus acciones, desarrolla las competencias matemáticas de cantidad, tamaño, longitud y forma, influye en el concepto de estabilidad de la masa y amplía el vocabulario activo y pasivo del niño gracias al uso de distintas expresiones por parte del tutor. Las emociones positivas provocadas por el tacto durante las clases, el ambiente alegre, la cercanía con el tutor y la integración del grupo refuerzan la sensación de autoestima y motivan al niño para actuar de manera independiente, y posteriormente, a dibujar y a corregir sus movimientos dactilares, su coordinación visomotora y el análisis y la síntesis visuales.

La actividad plástica con materiales variados permite a los niños crear sus propias expresiones plásticas sobre temas libres o determinados. Además, garantiza unos movimientos amplios, fluidos, libres y rítmicos. Realizar estos movimientos no les cuesta, así que la expresión de sus necesidades plásticas no tiene límites. Estas actividades incrementan la habilidad manual, la orientación espacial y la coordinación visomotora. Asimismo, desarrollan la imaginación especial, la memoria visual, la capacidad de análisis y el interés por la creación plástica.  No obstante, el aspecto positivo más importante de la plástica sensorial es el impacto terapéutico en la personalidad del niño. Este tipo de actividades garantiza su sensación de habilidad, refuerza su confianza en sus propias fuerzas y estimula su creatividad. Las opiniones positivas sobre sus creaciones y la atmósfera positiva en el grupo al trabajar juntos hacen que el niño quede convencido de que sus acciones tienen valor. Además, la plástica sensorial estimula el pensamiento creativo, la planificación, el control y la corrección de los productos de su trabajo. Gracias a ella, se puede eliminar cualquier rastro de fracaso.

Para que el niño alcance la madurez escolar futura, debe saber arreglárselas en situaciones sencillas, comportarse en grupo de manera adecuada a las normas y las tradiciones, ser independiente, hacer caso de las órdenes dirigidas directamente hacia él y hacia el grupo y subordinarse a los requisitos escolares de un grupo de niños de su edad. Las clases de plástica sensorial pueden suponer una base perfecta para desarrollar esas competencias de una manera que garantiza su seguridad, su sensación de autoestima, su subjetividad y su habilidad. Gracias a una actividad polisensorial desde los primeros años de vida, se desarrollan una serie de competencias cognitivas.

Anna Parakiewicz

Leer más